ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Por favor, señora Ardilla! –pidió­ ¡Estoy helada y...

Por favor, señora Ardilla! –pidió­ ¡Estoy helada y hambrienta! ¡Por favor, déjeme entrar! Pero la ardilla echó un vistazo por la mirilla de su puerta y no le dejó entrar. ­ ¡Te conozco! –exclamó­ ¡Tú eres la abeja que no ha hecho nada más que bailar con las hadas! Yo he trabajado todo el verano y ahora tengo un montón de nueces para comer. ¿Por qué no trabajaste tú también? –y le cerró la puerta en las narices. Luego, como no se le ocurría nada mejor, Patoso volvió a la colmena y llamó a la puerta.