Los cuerpos embrujados clamaron en contra de quien los había despojado de sus hechizos, mientras que las criaturas más horrorosas se quejaban frente a quien les había hecho morar en los rincones. Confabulados, gritaron y gritaron, haciendo burbujear las aguas y sacudiendo las matas. La querían ver muerta a la Luna todos aquellos seres indignos, y por ello demandaron envenenarla, ahogarla y hacerla sufrir. La pobre Luna, atrapada, deseaba estar muerta.