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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: El deshollinador hizo lo que pudo para consolarla....

El deshollinador hizo lo que pudo para consolarla. Le enseñó cómo poner sus piececitos en los bordes tallados de la mesa, y luego en las molduras doradas que descendían alrededor de las patas, y así, y con la ayuda de la escalera, se encontraron por fin en el suelo. Pero cuando volvieron la vista al viejo aparador, ¡qué sorpresa se llevaron! Allí todo era agitación: por todas partes los ciervos asomaban sus cabezas y estiraban sus astas y retorcían sus cuellos. El General-Mandamás-en-Vanguardi a-y-Retaguardia-Guillermitopat asdechivo no hacía más que dar brincos mientras le gritaba al chino viejo: