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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: No se escuchaba ni el más pequeño ruido. Se asomaron...

No se escuchaba ni el más pequeño ruido. Se asomaron un poco y… ¡Santo cielo! ¡Allí, en medio del piso, yacía deshecho el chino viejo! Al tratar de perseguirlos, se había caído de la mesa, y allí estaba roto en tres pedazos. Toda la espalda se le había desprendido en bloque, y la cabeza había rodado a un rincón. El General-Mandamás-en-Vanguardi a-y-Retaguardia-Guillermitopat asdechivo estaba donde siempre, absorto en profundos pensamientos.