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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: En efecto, jamás, jamás sonreía. Pasaron los años y...

En efecto, jamás, jamás sonreía. Pasaron los años y Rashida se convirtió en una mujer a quien el príncipe apenas reconocía. Seguía siendo hermosa, pero se había vuelto orgullosa y altanera. Pretendía que cada día la colmaran de alabanzas y que sus órdenes fueran cumplidas de inmediato. Se mostraba fría y antipática con todo el mundo, incluyendo su marido. Ansioso por verla sonreír de nuevo, el príncipe decidió celebrar su tercer aniversario de boda ofreciendo un gran banquete.