– ¡Oh, mi zapatito! –se lamentó Cola de Seda, al ver el precioso lazo todo mojado y lleno de barro –ahora ya no puedo ir a la fiesta. Hizo lo que pudo por quitar el barro y ahuecar el lazo, y después recogió más agua y se la llevó a la pequeña campanilla, que esperaba impaciente su vuelta. –Aquí tienes, ahora alza la cabeza y sé feliz –dijo Cola de Seda mientras echaba el agua alrededor de sus diminutas raíces –Si quieres más, te la traeré, y después tengo que encontrar la forma de volver a casa, pues me he perdido en el camino a la fiesta de Piel Suave. La pequeña campanilla ya estaba bien fresca después de su frenético trago, y le dijo a Cola de Seda cuál era la dirección para llegar a casa de Piel Suave.