CAPÍTULO VII
Después de dar las gracias a la florecita, volvió a ponerse en marcha y estaba tomando el último recodo cuando vio en el camino a la vieja Gata Atigrada. Cola de Seda no se quedó a mirar más que un instante. Sabía que tenía que moverse aprisa si quería escapar, así que dio media vuelta, gritó con todas sus fuerzas pidiendo ayuda y corrió tan deprisa como se lo permitieron sus piernecitas. Pero después de una caminata tan larga estaba ya cansada, y no pudo correr durante mucho tiempo. La vieja Atigrada ya la estaba alcanzando cuando la Señora Carpintero, que había oído el primer grito de auxilio de Cola de Seda, llegó volando rápidamente a su rescate. Se lanzó sobre la cabeza de la vieja Gata, y comenzó a picotearle furiosamente. La vieja Atigrada se quedó tan sorprendida que se cayó de cabeza en un agujero al borde del camino y pasaron unos minutos hasta que pudo recobrarse lo suficiente para mirar hacia arriba y descubrir quién le había atacado. Al hacerlo, una enorme piedra cayó de la nada dentro del agujero, atrapándole la cola. Al pequeño Timmy Ratón (porque era él el que había enganchado la cola de la vieja Gata Atigrada) le costó un rato atreverse a mirar dentro del hoyo para ver si su plan había funcionado. –Así que eres tú, ¿eh? –dijo Atigrada, mirando fijamente a Timmy. Esa mirada fue suficiente para el pequeño Timmy, que salió disparado hacia su casa a toda velocidad.
Después de dar las gracias a la florecita, volvió a ponerse en marcha y estaba tomando el último recodo cuando vio en el camino a la vieja Gata Atigrada. Cola de Seda no se quedó a mirar más que un instante. Sabía que tenía que moverse aprisa si quería escapar, así que dio media vuelta, gritó con todas sus fuerzas pidiendo ayuda y corrió tan deprisa como se lo permitieron sus piernecitas. Pero después de una caminata tan larga estaba ya cansada, y no pudo correr durante mucho tiempo. La vieja Atigrada ya la estaba alcanzando cuando la Señora Carpintero, que había oído el primer grito de auxilio de Cola de Seda, llegó volando rápidamente a su rescate. Se lanzó sobre la cabeza de la vieja Gata, y comenzó a picotearle furiosamente. La vieja Atigrada se quedó tan sorprendida que se cayó de cabeza en un agujero al borde del camino y pasaron unos minutos hasta que pudo recobrarse lo suficiente para mirar hacia arriba y descubrir quién le había atacado. Al hacerlo, una enorme piedra cayó de la nada dentro del agujero, atrapándole la cola. Al pequeño Timmy Ratón (porque era él el que había enganchado la cola de la vieja Gata Atigrada) le costó un rato atreverse a mirar dentro del hoyo para ver si su plan había funcionado. –Así que eres tú, ¿eh? –dijo Atigrada, mirando fijamente a Timmy. Esa mirada fue suficiente para el pequeño Timmy, que salió disparado hacia su casa a toda velocidad.