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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: CAPÍTULO VIII...

CAPÍTULO VIII

Para entonces ya era muy tarde, y la pobre Cola de Seda, aún agradecida de haber escapado de la vieja Gata Atigrada, tenía mucho miedo de encontrarse con algún peligro a cada paso que diera. De repente, una voz dijo a su lado: –No temas, sígueme de cerca, pues yo veo muy bien en la oscuridad. Tú me echaste una mano durante el día, y ahora yo puedo ayudarte por la noche. Con estas palabras, el Señor Murciélago (porque era el mismo que ella había ayudado esa tarde cuando el animalito se cayó del árbol) la tomó de la mano, y la guió hasta la casa de los Piel Suave, donde todos la estaban esperando. Después de que la Señora Carpintero se lanzara sobre la Gata Atigrada, había volado hasta la fiesta para contarles la experiencia de la pobre Cola de Seda, y para pedirles que siguieran con la fiesta un poco más de tiempo.