-Todos los humanos son iguales en el fondo -dijo el canguro-. Todos nos matan. Mira, esa danza está dedicada a la muerte de los canguros. Uno de los bailarines hace el papel de canguro y el otro pretende cazarlo. Lily se estremeció y murmuró: - ¡Ojalá no fuera yo un humano! El animal la acarició. -Hay algunos humanos buenos. Si nunca llevas botas de piel de canguro y nunca, nunca, comes sopa de canguro, aprenderás a ser uno de ellos.