Durante todo ese rato, el bondadoso canguro había permanecido sentado sobre sus cuartos traseros, resoplando asustado desde que oyó la detonación. Pero al ver lo agradecido que se sentía el padre de Lily, comprendió que éste cumpliría su promesa. Cuando los humanos hubieron entrado en la casa, riendo todavía y abrazándose, el animal se acercó a la ventana para echar un vistazo al interior. Y entonces sucedió algo muy curioso. Una cría de canguro salió por la puerta dando brincos y de un salto aterrizó en la cálida bolsa del canguro.