Jajajajajajaja. No me había fijado detenidamente en esta foto, y ahora que me he fijado un poco, veo que, como siga subiendo para arriba el tejado de la casa de Antoniete y Julia, va a llegar al cielo... ¡Menuda cúpula le ha caído encima! Besetes
Los atardeceres rojos del Mediterráneo a los que se acostumbraron los ojos de Serrat, no niego que serían y siguen siendo bonitos, pero estos de Alconchel, en su estilo, eso sí, pero nada que envidiar: Divinos los dos.