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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: – ¡Tranquilízate, mi lindo corzo; nunca te abandonaré!...

– ¡Tranquilízate, mi lindo corzo; nunca te abandonaré!

Y, desatándose una de sus ligas doradas, rodeó con ella el cuello del corzo; luego arrancó juncos y tejió una cuerda muy blanda y suave. Con ella ató al animalito y siguió su camino, cada vez más adentro del bosque.