ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Pero era inútil luchar: las ligaduras eran demasiado...

Pero era inútil luchar: las ligaduras eran demasiado fuertes. Por fin, Gulliver se dio por vencido. Permaneció tendido en silencio y poco a poco le fue venciendo el sueño. Al cabo de un rato le despertó el ruido de martillazos. Volviendo otra vez la cabeza cuanto pudo, vio que junto a él habían construido una pequeña plataforma de madera y un hombrecillo, elegantemente vestido, se encaramaba a ella lentamente.