Y al igual que Wolstencroft el oso, estaba empezando a odiar a su nombre.
“ ¿Por qué no llegan a conocerse el uno al otro?” sugirió el papa mientras levantaba a Wolstencroft del estante.
Y el niño envolvió con sus brazos al osito de su mismo nombre y le acarició la piel suave. Y los dos se amaron desde ese mismo momento.
“ ¿Por qué no llegan a conocerse el uno al otro?” sugirió el papa mientras levantaba a Wolstencroft del estante.
Y el niño envolvió con sus brazos al osito de su mismo nombre y le acarició la piel suave. Y los dos se amaron desde ese mismo momento.