Asombrado por el lujo, el chico arribó finalmente al final de la cueva, y al encontrar la vieja lámpara decidió regresar a toda prisa, pero sus ojos no conseguían separarse de aquellas joyas y diamantes, así que decidió echarse un par de monedas de plata en el bolsillo, pensando que nadie notaría tal ausencia entre tantas riquezas.