¿Cómo saldré de este lugar tan misterioso? – sollozaba el chico cubierto de lágrimas, y tan nervioso se puso que, sin darse cuenta, comenzó a frotar la vieja lámpara de aceite. Al momento, apareció ante Aladino un enorme genio.
– Tus deseos son órdenes, mi amo – exclamó la figura con una voz penetrante.
– Tus deseos son órdenes, mi amo – exclamó la figura con una voz penetrante.