Al día siguiente, estando ambas sentadas junto a los jazmines del jardín, comenzaron a hablar sobre el mono verde, mientras éste las observaba desde arriba, en una rama. La madre, que le había dado vueltas a un pensamiento, le dijo a su hija que estaba convencida que el mono no era otro que el Príncipe Alfege. Los gestos airados y el llanto del mono arriba parecían confirmar sus palabras.
Al caer la noche, mientras la señora institutriz dormía, un sueño premonitorio le arrancó de la cama. En él, la Reina Amable le instaba a levantar la losa de mármol emplazada en su jardín junto al mirto, bajo la cual encontraría una jarra de cristal con un líquido verde y brillante.
Al caer la noche, mientras la señora institutriz dormía, un sueño premonitorio le arrancó de la cama. En él, la Reina Amable le instaba a levantar la losa de mármol emplazada en su jardín junto al mirto, bajo la cual encontraría una jarra de cristal con un líquido verde y brillante.