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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: La Reina, malvada, por otro lado, sentía creciente...

La Reina, malvada, por otro lado, sentía creciente una ansiedad, pues había reconocido desde el primer instante a Alfege en el mono que su hijo había tomado como mascota. Sospechas que habían sido confirmadas por el Hada de la Montaña. Buscaba pues la mezquina monarca la forma de deshacerse del mono. Con su falsedad, acudió a su hijo, el Rey, y lloró al tiempo que le contó que le habían llegado noticias de que había gente que conspiraba para destronarlo. El Rey prometió aniquilar a todo aquel que se interpusiese en su camino, y para ello mandó a exploradores y espías. Obviamente, no se le pasaba por la mente que una viuda y su tranquila hija podrían acometer una revolución, pese a las advertencias de su madre… Pero el Rey era precavido, y decidió acudir a comprobarlo por sí mismo, con poca gente de confianza, y sin avisar a su madre. Fue en plena noche, y cuando tocó a la puerta sorprendió a las dos mujeres en plena conversación con el Príncipe Alfege, quien rápidamente se escondió.