La pastora le enseñaría a Aurora cómo disfrutar de su vida sin aburrirse, algo que la joven aceptó de buena gana. Sus días se basarían en rezar, trabajar, leer y pasear; una cotidianeidad sencilla pero plena. Aurora encontró su nueva existencia, al menos aparentemente, muy grata y nada monótona.
Y así vivió Aurora, día tras otro, hasta que uno, en apariencia nada diferente del resto, un príncipe llegó cazando. Ingénu, que así se hacía llamar, era bondadoso, todo lo contrario que su hermano Fourbin, quien reinaba y quien poseía una gran maldad. De inmediato Ingénu quedó prendado de Aurora, y las flechas del amor hicieron su efecto al momento. Aurora cortésmente lo recibió y lo dirigió ante la pastora.
Y así vivió Aurora, día tras otro, hasta que uno, en apariencia nada diferente del resto, un príncipe llegó cazando. Ingénu, que así se hacía llamar, era bondadoso, todo lo contrario que su hermano Fourbin, quien reinaba y quien poseía una gran maldad. De inmediato Ingénu quedó prendado de Aurora, y las flechas del amor hicieron su efecto al momento. Aurora cortésmente lo recibió y lo dirigió ante la pastora.