Aunque el embarazo transcurrió con normalidad, el parto causó conmoción entre las matronas, quienes aseveraban que la niña que nació portaba una serpiente alrededor de su cuello, la cual se escapó sin atacar a nadie de los presentes. La hija de los marqueses fue bautizada como Biancabella, y tuvo una infancia feliz y con los mayores de los cuidados. Así fue hasta que un día, cuando contaba diez años, la serpiente se le apareció en el jardín, y empezó a hablarle. El ofidio le confesó, nada más y nada menos, que era su hermana, Samaritana, y que se la obedecía sería feliz, de lo contrario se tornaría un ser miserable. La culebra le ordenó también llevar dos pozales, uno pleno de leche y otro de agua de rosas.