Biancabella se angustió y, de vuelta a su palacio, su madre sintió la pesadumbre en ella, y le preguntó. Sin responder, Biancabella pidió los dos cubos y, cuando se los hubieron llenado, los llevó al jardín. La serpiente le instó a bañarse dentro de ellos. A pesar de lo hermosa que Biancabella ya era, el baño le hizo más bella. Y, cuando su cabello fue peinado, de él se desprendieron joyas; y, cuando sus manos fueron lavadas, de ellas se derramaron flores.