Tras pasar un tiempo en su casa, la joven volvió a solicitar que la llevasen donde la habían encontrado, y esta vez todos accedieron de buen gusto. Una vez allí, Biancabella se desgañitó clamando por Samaritana, quien no aparecía ni a la de una, ni a la de dos, ni a la de tres. Tal fue la desesperación de Biancabella que pensó en el suicidio como vía de escape, y así hubiese procedido de no ser porque Samaritana irrumpió para salvarla. Fue entonces cuando Biancabella hubo de rogar el perdón de su hermana, la cual le devolvió los ojos y las manos. La magia no acabó ahí, pues la misma Samaritana se transformó en una mujer.