Una pesada cruz
en tus hombros te cargaron,
y te escupen en la cara
esos judíos malvados.
Una divina saeta
un saetero cantaba,
y era tanta su emoción,
que Jesús lo escuchaba
y lloraba de dolor.
Desde el convento se oía
el cantar de la saeta,
que, en su letra, le decía:
” Padre Jesús Nazareno,
no me dejes en la “vía”.
A ti, Padre Nazareno,
te pido de corazón
que, si muero algún día,
me lleves contigo al Cielo
para hacerte compañía.
Si Dios la vida me dio,
Padre Jesús Nazareno,
dame tú la bendición
para cantarte esta saeta
que me sale del corazón.
En la calle de la Amargura
Jesús tres veces cayo;
un hombre lo levantó,
y se le acercaba María,
llena de pena y dolor.
en tus hombros te cargaron,
y te escupen en la cara
esos judíos malvados.
Una divina saeta
un saetero cantaba,
y era tanta su emoción,
que Jesús lo escuchaba
y lloraba de dolor.
Desde el convento se oía
el cantar de la saeta,
que, en su letra, le decía:
” Padre Jesús Nazareno,
no me dejes en la “vía”.
A ti, Padre Nazareno,
te pido de corazón
que, si muero algún día,
me lleves contigo al Cielo
para hacerte compañía.
Si Dios la vida me dio,
Padre Jesús Nazareno,
dame tú la bendición
para cantarte esta saeta
que me sale del corazón.
En la calle de la Amargura
Jesús tres veces cayo;
un hombre lo levantó,
y se le acercaba María,
llena de pena y dolor.