Fuiste inocente cordero
que, cabalgando con la cruz,
te insultaban y te azotaban,
y, ya casi sin aliento,
un hombre te ayudaba.
Las piedras que había en el suelo
a Jesús paso le daban,
con sus pies ensangrentados,
todos llenitos de llagas,
que, cargado con la cruz,
el Cirineo le ayudaba.
Tu sangre brota con pena,
Padre mío Nazareno,
y te chorrea por la cara;
siendo tan santo y tan bueno,
esos injustos judíos,
¡qué mala muerte te dieron!
Una rosa y un clavel
a tu paso se abrazaron,
al ver tu rostro divino,
sudoroso y ensangrentado.
Vas cargado con el madero,
lirio del monte divino,
siendo tú el rey del mundo entero;
¡guíame por el camino!
¡ilumíname el sendero!
Viernes Santo en la tarde,
las campanas no tocaban,
porque a Nuestro Padre Jesús
a la cruz lo condenaban.
que, cabalgando con la cruz,
te insultaban y te azotaban,
y, ya casi sin aliento,
un hombre te ayudaba.
Las piedras que había en el suelo
a Jesús paso le daban,
con sus pies ensangrentados,
todos llenitos de llagas,
que, cargado con la cruz,
el Cirineo le ayudaba.
Tu sangre brota con pena,
Padre mío Nazareno,
y te chorrea por la cara;
siendo tan santo y tan bueno,
esos injustos judíos,
¡qué mala muerte te dieron!
Una rosa y un clavel
a tu paso se abrazaron,
al ver tu rostro divino,
sudoroso y ensangrentado.
Vas cargado con el madero,
lirio del monte divino,
siendo tú el rey del mundo entero;
¡guíame por el camino!
¡ilumíname el sendero!
Viernes Santo en la tarde,
las campanas no tocaban,
porque a Nuestro Padre Jesús
a la cruz lo condenaban.