Ella, feliz y alegre de ver en la misma tesitura a su amado, le hizo una proposición: visitar a sus padres. Los ancianos, como no podía ser de otra manera, los recibieron con los brazos abiertos, llenos de gozo. Tal era su euforia que corrieron la voz, e invitaron a sus vecinos, para así celebrar un gran festín en honor de la pareja. La fiesta fue intensa, la diversión no decayó durante días, pero al final llegó el momento que nadie deseaba. El de partir de vuelta a casa.