“ ¿Qué más?”, “ ¿Qué más pasó, señor Simbad?”. Pero Simbad no continuó la historia, le entregó otras cien monedas de oro al muchacho y le pidió que viniera mañana a la misma hora. Mhamud no podía aguantar la curiosidad, cada vez eran más emocionantes las historias de aquel señor. Sin poder dormir esa noche, regresó al día siguiente para escuchar más aventuras.