Todo transcurrió con normalidad durante un tiempo, años, hasta que la porquería lo poseyó por completo. El soldado ya no era Piel de Oso, sino un aglomerado de suciedad y malos olores. Así fue como nadie quería ya darle refugio ni acercarse a él, y Piel de Oso se veía obligado a desembolsar mucho oro a cambio.