Pinocho regresó caminando a Trampa de los Bobos y miró la hora en el reloj de la iglesia. Transcurridas casi las dos horas, corrió a recoger su oro. Tenía la cabeza llena de proyectos acerca de cómo lo gastaría. También ayudaría a Geppetto, por supuesto. Mas al llegar al campo, no vio nada. Absolutamente nada.