Se ciñó la cazadora y se fue corriendo de la clase y del colegio, hasta la calle. Se paró delante del cuartel de los bomberos y con una tiza dibujó en el muro una caricatura de su maestra. Debajo escribió: “Ser malo es maravilloso” y “La maldad es estupenda”. Cuando se fue a la calle de las tiendas, dejó tras sí tantas plumas blancas que se hubiera podido llenar con ellas una almohada.