Este año, por desgracia, no pude estar en la bajada de la ermita, pero sí pude estar, gracias a Dios, el día 9 delante de la puerta de mis padres cuando pasó la Virgen y pudimos verle la cara pues justo cuando se marchaba se puso a llover y tuvieron que ponerle su impermeable para que no se mojase. El deseo de mi padre, que era ver a la Virgen, se había cumplido: pudo ver a La Virgen.