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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: ¡Mi madre, pues no ha crecido poco el chavalín! ¡Y...

¡Mi madre, pues no ha crecido poco el chavalín! ¡Y cómo ha cambiado la ahora casa de Nino y María Luisa!
En mis años infantiles y de adolescencia, esta era la casa de José el herrero, que además de la fragua era el cartero del pueblo. ¡La de veces que habíamos ido los chicos de entonces a preguntar si teníamos carta....! Y es que entonces, no existían estos medios de comunicación de ahora; entonces se escribían cartas con tinta y plumilla a los primos, tíos, parientes y amigos. Era cuando los sobres y el papel de carta que se usaba para dar las condolencias a los familiares de algún fallecido, estaban enmarcados por una línea negra que destacaba su blancura. Era, también, cuando el comienzo de las cartas solía ser este:
"Querida amiga:
Mucho me alegraré que a la llegada de ésta te encuentres bien. Yo quedo bien G. A. D.
Te escribo para decirte que....
¡Vamos, igualito que ahora!