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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Se equivocaba. Nadie los ayudó. Estuvo allí sentado...

Se equivocaba. Nadie los ayudó. Estuvo allí sentado durante muchas horas, sosteniendo la cabeza del caballito. Pepe gritó y gritó, hasta perder la voz, pero nadie oyó sus llamadas de auxilio.