La cojita también huyó con ellas, pero por culpa de su cojera se fue retrasando; todavía corría para alcanzarlas cuando se acordó de que se había dejado el anillo en la fuente. Entonces miró para atrás y, como no veía al hombre del saco, volvió para recuperarlo; buscó la piedra, pero el anillo ya no estaba en ella. Empezó a mirar por aquí y por allá por ver si había caído en alguna parte. Entonces apareció junto a la fuente un viejo que la cojita no había visto nunca antes y al que preguntó: