-Canta, saco, o te doy un sopapo.
Mas hete aquí que el saco no cantaba, y el viejo insistió:
-Canta, saco, o te doy un sopapo.
El saco seguía sin cantar y la gente ya empezaba a reírse de él y también a amenazarlo.
Por tercera vez insistió el viejo, que estaba más que escamado y pensaba en el buen escarmiento que le daría a la cojita si ésta no abría la boca:
Mas hete aquí que el saco no cantaba, y el viejo insistió:
-Canta, saco, o te doy un sopapo.
El saco seguía sin cantar y la gente ya empezaba a reírse de él y también a amenazarlo.
Por tercera vez insistió el viejo, que estaba más que escamado y pensaba en el buen escarmiento que le daría a la cojita si ésta no abría la boca: