Una noche, cuando los espíritus del árbol conversaban con las estrellas, el muchacho empezó a sentir añoranza de sus padres y de la vida en la aldea. Como los espíritus del árbol no le hacían el menor caso, pidió suavemente al árbol que se volviera a hacer pequeño, para poder bajar e irse a casa. De inmediato tuvo el suelo a su alcance, y un minuto después estaba junto a sus padres, que lo recibieron como quien ve a un fantasma, pues le creían muerto.
El muchacho nunca olvidó el tiempo que pasó en el árbol y, como había aprendido el nombre y la vida de las estrellas, con el tiempo se convirtió en un hombre famoso.
El muchacho nunca olvidó el tiempo que pasó en el árbol y, como había aprendido el nombre y la vida de las estrellas, con el tiempo se convirtió en un hombre famoso.