Así, pues, se acercaron al Niño Jesús y le dijeron: “Querido Niño, todo el mundo en la casa ha visto el árbol de Navidad y mañana lo verán hasta los pequeños. Pero a nosotras no nos dejarán entrar y no lo podremos ver ni por asomo. Tú sabes bien que nosotras somos muy caseras, que no salimos nunca, que nos gustan las cosas bonitas…, pero ahora han hecho limpieza… y ¡nos han echado! No podremos ver el árbol; no lo podremos ver.”
El Niño se compadeció de las pobrecitas arañas y les dio permiso para que fuesen a contemplar el árbol.
El Niño se compadeció de las pobrecitas arañas y les dio permiso para que fuesen a contemplar el árbol.