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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Pero la cosa no terminó ahí. Un par de horas más tarde,...

Pero la cosa no terminó ahí. Un par de horas más tarde, me senté bajo un árbol, en la linde del bosque, a comer algo. De pronto vi salir de un campo una magnífica bandada de perdices. ¿Qué hacer? Balas no tenía, ya no me quedaban clavos, me llevé la mano a la espalda, en busca de alguna piedra. No encontré piedras, pero sentí algo de consistencia blanda. Sin mirar qué era, se lo tiré a las perdices y les di a seis de una vez. Pero junto a las perdices había también una liebre, inmóvil. Cuando me llevé la mano a la espalda para buscar una piedra, había tocado sin querer el morral con las liebres, así que una de ellas me había servido de proyectil para coger las perdices.