Al día siguiente se disfrazó la reina con ropas muy humildes, desfigurándose el rostro con ungüentos y cambiando su aspecto de tal modo que nadie pudo reconocerla.
En un estuche de plata, hermosamente labrado, colocó un collar de oro al que le había untado una preparación que haría que la persona que se lo colocara al cuello caería en un sueño semejante a la muerte.
En un estuche de plata, hermosamente labrado, colocó un collar de oro al que le había untado una preparación que haría que la persona que se lo colocara al cuello caería en un sueño semejante a la muerte.