Luego, se puso de nuevo en marcha, y al poco llegó a la orilla de un río. Las aguas eran muy profundas y caudalosas, así que Angelito pensó: “No tengo más remedio que volver atrás”. Pero de pronto se acordó de la anciana del haz de leña y entonces se dijo: “A veces lo más sencillo es buscar en el bolsillo”
Esta vez, lo que encontró en el bolsillo fue un ovillo de cuerda. En cuanto lo sacó, el ovillo saltó de su mano y empezó a volar de un lado a otro del río: ahora estaba en esta orilla, ahora estaba en la de enfrente. El ovillo iba y venía veloz como un murciélago y, en un periquete, formó sobre el río un puente de cuerda, tan sólido y resistente que Angelito y su caballo pudieron pasarlo con total seguridad.
- ¡Vaya con el bolsillo! –exclamó Angelito.
Esta vez, lo que encontró en el bolsillo fue un ovillo de cuerda. En cuanto lo sacó, el ovillo saltó de su mano y empezó a volar de un lado a otro del río: ahora estaba en esta orilla, ahora estaba en la de enfrente. El ovillo iba y venía veloz como un murciélago y, en un periquete, formó sobre el río un puente de cuerda, tan sólido y resistente que Angelito y su caballo pudieron pasarlo con total seguridad.
- ¡Vaya con el bolsillo! –exclamó Angelito.