Podéis imaginaros cómo se enfadó la vieja madre del zorro. Salió al
patio, cogió los zuecos de madera, se los arrojó a su hijo y lo hizo caer del
tejado.
Así el zorro, en lugar de una buena cena, consiguió dos chichones: uno se lo hizo su madre con el zueco; el otro se lo hizo al caer del tejado.