Cuando Cenicienta se enteró de lo que ocurría, fue al desván, se puso el vestido de diamantes, la diadema y el zapato de diamantes que le quedaba y acudió al palacio real. Podéis imaginaros lo que sucedió. Al ver a Cenicienta, el rey se levantó de la cama, le puso el zapato que había encontrado en el bosque y ordenó de inmediato los preparativos de la boda. En la fiesta nupcial, participaron barones, príncipes y caballeros, hombres y damas de la nobleza, y hasta las hermanas de Cenicienta. Todos la envidiaban un poco, pero al mismo tiempo se alegraban de un final tan feliz.