¡Ya lo creo que el despertar ha sido como tú dices: espléndido! Hace un ratillo me han llamado para decirme que traían a mis nietos a comer en casa. ¡Fíjate mi alegría! Ahora, cuando suene el timbre, tendré que decir adiós al foro, porque cuando entran en la casa, atraviesan la puerta como caballos desbocados. ¡Cómo me gusta verlos así, Dios!