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Deseó alejarse, pero la atracción que ejercía sobre él era tan fuerte que no lograba separase. Muy por el contrario deseó besarlo y abrazarlo con todas sus fuerzas. Se había enamorado de si mismo.
Desesperado, Narciso comenzó a hablarle:- ¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas? Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo.
Desesperado, Narciso comenzó a hablarle:- ¿Por qué huyes de mí, hermoso espíritu de las aguas? Si sonrío, sonríes. Si estiro mis brazos hacia ti, tú también los estiras. No comprendo.