El perro oyó por casualidad su sentencia de muerte, y temiendo por la vida del niño que llevaba en el estómago, decidió dejarlo al cuidado de alguien. Este alguien resultó ser la vaca Suri, que estaba en el establo del palacio.
-Óyeme, Suri -le dijo-; quisiera que me guardases algo, pues mañana el rey me hará matar.
-Enséñame eso que quieres que te guarde -replicó la vaca.
El perro mostró el principito a la vaca, la cual lanzó un mugido de asombro ante su belleza.
-Lo guardaré con muchísimo gusto -declaró. Y después de besar al niño se lo tragó.
Al día siguiente, Chankar fue muerto por el guardián, y las esposas del Rajá respiraron tranquilas.
-Óyeme, Suri -le dijo-; quisiera que me guardases algo, pues mañana el rey me hará matar.
-Enséñame eso que quieres que te guarde -replicó la vaca.
El perro mostró el principito a la vaca, la cual lanzó un mugido de asombro ante su belleza.
-Lo guardaré con muchísimo gusto -declaró. Y después de besar al niño se lo tragó.
Al día siguiente, Chankar fue muerto por el guardián, y las esposas del Rajá respiraron tranquilas.