-No temáis -les tranquilizó el monarca-. Mañana mismo haré matar a la vaca.
Un pajarillo comunicó a Suri su sentencia de muerte, y la buena vaca sólo pensó en el principito que guardaba en su estómago. Royendo la cuerda que la ataba al pesebre, fue en busca de Katar, un caballo salvaje que se guardaba en las cuadras.
Un pajarillo comunicó a Suri su sentencia de muerte, y la buena vaca sólo pensó en el principito que guardaba en su estómago. Royendo la cuerda que la ataba al pesebre, fue en busca de Katar, un caballo salvaje que se guardaba en las cuadras.