-No temáis -las tranquilizó el Rajá-. Mañana mismo haré matar a Katar.
Como el
caballo era muy fiero, el rey no se atrevía a hacerlo matar por un hombre solo, y por ello mandó formar a todos sus soldados, ordenándoles que lanzaran sus flechas contra el caballo en cuanto éste saliera de la
cuadra.