Oduduwa, por su parte, bajó hasta las raíces del árbol, que se hundía en el agua, y allí abrió el saco, descubrió que contenía tierra negra y arena blanca, y esparció esta última sobre la superficie del agua. El camaleón que había venido con ellos se puso a andar con mucha cautela, pues así es el carácter del camaleón, hasta que estuvo convencido de que la arena aguantaba su peso.
Entonces, Oduduwa vació el resto del saco: un montón de tierra negra y fértil. La gallina se acercó y empezó a escarbar, esparciendo la tierra en todas las direcciones, como hacen las gallinas, hasta que se convirtió en la tierra que conocemos.
Entonces, Oduduwa vació el resto del saco: un montón de tierra negra y fértil. La gallina se acercó y empezó a escarbar, esparciendo la tierra en todas las direcciones, como hacen las gallinas, hasta que se convirtió en la tierra que conocemos.