Orfeo, feliz comenzó a entonar la más dulce de las melodías mientras Eurídice lo seguía a la distancia. Pero Orfeo estaba tan ansioso por volver a verla, que pronto olvidó la condición impuesta por Hades y cuando faltaba solo un minuto para salir a la luz, volteó la cabeza para mirarla y perdió a Eurídice para siempre.