- ¡Magnífico! -exclamó entusiasmado el joven-. Volvamos corriendo a mi país a fin de salvar la vida de mi padre, y al Rajá de todo peligro.
Al día siguiente el joven partió acompañado de la muchacha, y al llegar a su casa contaron al Visir el motivo de la risa del pescado. El pobre hombre, que estaba casi muerto de miedo, corrió enseguida a las habitaciones del Rajá, a quien repitió lo que le habían dicho.
- ¡Es imposible! -exclamó el monarca.
Al día siguiente el joven partió acompañado de la muchacha, y al llegar a su casa contaron al Visir el motivo de la risa del pescado. El pobre hombre, que estaba casi muerto de miedo, corrió enseguida a las habitaciones del Rajá, a quien repitió lo que le habían dicho.
- ¡Es imposible! -exclamó el monarca.