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ALCONCHEL DE LA ESTRELLA: Había de volver a su casita, triste y desilusionado....

Había de volver a su casita, triste y desilusionado.
Ya llamaba a su rebaño para alejarse de allí, cuando, al dirigir una última mirada al lago, vio algo que le llenó de estupor: las vacas, paseaban tranquilamente por la superficie de las aguas y la joven de los cabellos de oro y ojos de color de cielo le contemplaba, sonriendo.
Al ver al pastor le salió al encuentro y saltó a la orilla, tendiéndole una mano.
Preso de una felicidad indescriptible, él le ofreció el pan amasado por su madre. La muchacha lo aceptó, mientras en su rostro se reflejaba una expresión de ternura.
Sentados uno junto al otro, el pastor tomó en las suyas una de las delicadas manitas de la muchacha, diciendo: